
“Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.” (Efesios 6:16)
La guerra espiritual no es solo una batalla externa: ocurre en la mente, en el corazón y en la voluntad del creyente. El apóstol Pablo nos advierte sobre los “dardos de fuego del maligno”. Pero ¿qué son exactamente esos dardos? ¿Por qué están encendidos? ¿Y cómo se apagan?
Este artículo responde esas preguntas de manera bíblica y práctica, para que aprendas a defenderte de las trampas sutiles —y a veces ardientes— del enemigo.
¿Qué son los dardos de fuego del maligno?
En tiempos bíblicos, los dardos incendiarios eran flechas o lanzas cubiertas de brea o materiales inflamables, encendidas y lanzadas para causar daño, confusión y terror. Satanás hace lo mismo: lanza pensamientos, emociones y ataques diseñados para destruir tu fe, quemar tu esperanza y paralizar tu avance.
Dardos de fuego = ataques invisibles pero intensos que buscan debilitar tu espíritu.
Ejemplos de dardos espirituales
Aquí algunos tipos de dardos que el maligno lanza:
- Dardos de duda: “¿Y si Dios no está contigo?”
- Dardos de miedo: “Te va a pasar lo peor.”
- Dardos de condenación: “Nunca vas a cambiar.”
- Dardos de ofensa: “No perdones, ellos no lo merecen.”
- Dardos de tentación: “Solo una vez más… nadie sabrá.”
- Dardos de ansiedad: “Tienes que controlar todo.”
- Dardos de mentira: “Eres un fracaso.”
- Dardos de enfermedad: pensamientos de muerte, desesperanza o incredulidad ante la sanidad.
Cada uno de estos dardos no solo hiere: enciende fuego emocional, espiritual y mental.
¿Qué significa “apagar” esos dardos?
“Apagar” significa neutralizar, desactivar, dejar sin efecto. El escudo de la fe no evita que el enemigo dispare, pero impide que el disparo logre su propósito.
“Porque aunque andamos en la carne, no militamos según la carne…” (2 Corintios 10:3-5)
Cuando levantas el escudo:
- El miedo no te paraliza.
- La duda no te domina.
- La tentación no te vence.
- La ofensa no te atrapa.
- La mentira no echa raíz.
La fe apaga el fuego antes de que destruya.
¿Cómo se apagan los dardos en la práctica?
Con la Palabra de Dios en tu mente y boca: Cuando un dardo llega, responde con Escritura (como Jesús en el desierto).
Con alabanza y oración: El fuego del enemigo no sobrevive en un ambiente de adoración.
Con comunión con otros creyentes: Los escudos romanos se unían unos con otros para formar una barrera. Así también el apoyo de otros apaga ataques que uno solo no puede resistir.
Con obediencia a la verdad: Cada vez que eliges actuar conforme a la voluntad de Dios, estás levantando tu escudo.
No todos los dardos se sienten igual
Algunos son violentos y visibles, como una crisis. Otros son silenciosos y sutiles, como una mentira que te susurras sin darte cuenta. Pero todos pueden ser apagados con el escudo correcto.
Resumen
Los dardos del enemigo seguirán llegando, pero tú no tienes por qué vivir quemado por dentro. Levanta tu escudo, declara tu fe, apóyate en la Palabra y mantente firme. La fe no evita la guerra, pero te hace invencible en ella.
“Y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” (1 Juan 5:4)
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No estás solo en esta batalla. Dios nos ha provisto armas poderosas para resistir al enemigo y permanecer firmes.

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