
Vivimos en un mundo agitado, dividido, lleno de conflictos internos y externos. Todos buscan paz, pero pocos saben dónde encontrarla. La Biblia nos revela que la verdadera paz comienza en el corazón del hombre cuando se reconcilia con Dios, y eso ocurre por medio del Evangelio. Este mensaje no solo transforma vidas, sino que también equipa al creyente para caminar firme, como un soldado que se prepara para la batalla. Esta es la paz de Dios, y es una pieza importante de la armadura espiritual del cristiano.
¿Qué significa “Evangelio de la Paz”?
La palabra «evangelio» significa “buena noticia”. Y la buena noticia que predicamos como cristianos es que Dios ofrece paz a todo aquel que cree en Jesucristo. Esta paz es mucho más que un sentimiento: es una posición espiritual de reconciliación con Dios.
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.” (Romanos 5:1)
Antes de conocer a Cristo, todos estábamos alejados de Dios, viviendo como enemigos (Colosenses 1:21). Pero a través de la cruz, Jesús hizo la paz. Él pagó por nuestros pecados y nos reconcilió con el Padre.
La paz que el mundo no puede dar
Jesús dijo claramente que su paz es diferente a la que ofrece el mundo:
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da.” (Juan 14:27)
La paz del mundo depende de circunstancias externas: salud, dinero, éxito. Pero la paz de Dios es interna, firme, constante. No depende de lo que ocurre a nuestro alrededor, sino de quién está en el centro de nuestro corazón: Cristo.
El Evangelio que transforma corazones
Cuando una persona cree en el evangelio y entrega su vida a Cristo:
- Su pasado es perdonado.
- Su relación con Dios es restaurada.
- Su corazón comienza a experimentar paz verdadera.
Pero además, el evangelio no solo transforma, también envía. Como soldados de Cristo, somos llamados a llevar este mensaje de paz a otros.
Llamados a calzarnos con el Evangelio de la Paz
En Efesios 6, Pablo nos dice que debemos calzarnos con el “apresto del evangelio de la paz”. Esto significa estar listos, firmes y dispuestos a caminar, avanzar y predicar esta buena noticia donde sea que vayamos. Así como los soldados romanos usaban calzado especial para no resbalar y resistir el terreno difícil, nosotros también debemos tener una base firme: el evangelio.
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