
El escudo de la fe es una defensa poderosa contra los ataques espirituales. Sin embargo, no todos los creyentes lo usan como deberían. Muchas veces, sin darnos cuenta, cometemos errores que impiden que nuestra fe actúe con eficacia. Identificarlos es el primer paso para superarlos.
Este artículo le ayudará a discernir qué actitudes o pensamientos pueden estar debilitando su escudo espiritual.
Dudar del carácter de Dios
Cuando el creyente comienza a preguntarse si Dios realmente es bueno, fiel o justo, su fe tambalea. La duda no siempre significa ausencia de fe, pero si no se corrige, mina la confianza en Dios.
Ejemplo: Eva cayó en esta trampa cuando la serpiente le dijo: «¿Conque Dios os ha dicho…?» (Génesis 3:1). El enemigo puso en duda el carácter de Dios.
Recomendación: Alimente su fe con la Palabra, recordando quién es Dios: fiel, santo, amoroso y digno de confianza.
Confiar más en lo visible que en lo eterno
Muchos creen solo cuando ven resultados. Pero la fe auténtica “es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1).
Error común: “Si no veo que Dios actúa ya, entonces no está conmigo.”
Verdad: Dios muchas veces obra en lo invisible antes de manifestarse en lo visible. No se deje llevar por las apariencias.
Pecado no confesado
El pecado sin arrepentimiento actúa como una grieta en el escudo. Abre la puerta al enemigo y debilita la fe porque genera culpa, condenación y alejamiento de Dios.
Texto clave: “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado” (Salmo 66:18).
Solución: Vuelva a Dios con humildad. El Señor es fiel para perdonar y restaurar. El escudo se fortalece en la pureza.
Aislamiento espiritual
El creyente que se aleja de la congregación, del consejo espiritual y de la comunión con otros, es más vulnerable. El enemigo ataca a los que están solos.
La fe se fortalece en comunidad. Así como los escudos romanos se alineaban en formación para cubrir a todos, nuestra fe se nutre al caminar con otros creyentes.
Ignorar la Palabra de Dios
La fe viene “por el oír, y el oír por la Palabra de Dios” (Romanos 10:17). Si no se alimenta de la Palabra, su escudo se vuelve débil.
Error común: Creer que con una lectura ocasional es suficiente.
Verdad: La Palabra debe ser su alimento diario, su fuente de fe.
Hablar en contra de la fe que profesa
Las palabras que salen de su boca también afectan su escudo. Declaraciones como “yo no puedo”, “esto nunca cambiará” o “Dios no me escucha” reflejan incredulidad.
Recuerde: “Creí, por lo cual hablé” (2 Corintios 4:13).
Hable en fe, declare la Palabra, y edifique un escudo firme con su confesión.
Tener expectativas erradas de Dios
Algunos creen que Dios debe obrar exactamente como ellos esperan. Cuando no ocurre así, se frustran y su fe se enfría.
Ejemplo: Naamán casi pierde su milagro porque esperaba que el profeta Eliseo hiciera las cosas “a su manera” (2 Reyes 5).
Aprendizaje: Confíe en el plan de Dios, aunque no se entienda al principio.
Examine su escudo
¿Ha detectado alguno de estos errores en su vida espiritual? No se condene. En lugar de ello, reconozca el área débil y preséntela delante del Señor. Él quiere fortalecer su fe y enseñarle a usar el escudo con firmeza y perseverancia.
No olvide: el escudo no se sostiene con la fuerza humana, sino por la confianza en Dios y su Palabra.
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