
En el campo de la guerra espiritual, no todos los ataques del enemigo son evidentes o escandalosos. Muchos son sutiles, mentales, emocionales y graduales, pero tremendamente peligrosos. En Efesios 6:16, el apóstol Pablo nos habla de los “dardos de fuego del maligno”. Estos dardos no son visibles, pero sus efectos son reales.
En este articulo veamos los siete dardos más comunes que el enemigo lanza contra los hijos de Dios, para que usted los identifique, los resista y no permita que causen daño en su vida espiritual.
Dardo del miedo
Este dardo busca paralizar su fe y llenarle de ansiedad ante el futuro, la enfermedad, la escasez o la muerte.
Ejemplos:
- “¿Y si pierdo todo?”
- “¿Y si Dios no me escucha esta vez?”
- “¿Y si algo malo le pasa a mi familia?”
Cómo resistirlo:
Declárele al miedo que su confianza está en el Señor:
“No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (Salmo 23:4).
Dardo de la duda
El enemigo quiere que usted cuestione el amor de Dios, sus promesas o su poder para intervenir.
Frases típicas:
- “¿Será verdad que Dios me ama?”
- “Dios ayuda a otros, pero a mí no.”
- “No estoy seguro de que Dios me haya perdonado.”
Cómo resistirlo:
Afirme con fe la Palabra, aunque no lo sienta:
“El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará” (Filipenses 1:6).
Dardo de la culpa
Este ataque busca hacerle sentir indigno, avergonzado, condenado. Aunque ya se haya arrepentido, el enemigo quiere que siga atado al pasado.
Frases engañosas:
- “Dios no te ha perdonado completamente.”
- “No puedes servir, recuerda lo que hiciste.”
- “Tu error fue demasiado grave.”
Cómo resistirlo:
Proclame que la sangre de Cristo le limpia:
“Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1).
Dardo de la tentación
Este es uno de los más antiguos. El enemigo pone pensamientos o deseos que buscan alejarle del camino de Cristo.
Ejemplos:
- “Solo esta vez, nadie lo sabrá.”
- “Esto no es tan malo.”
- “Después puede arrepentirse.”
Cómo resistirlo:
Huyendo del pecado y afirmándose en la Palabra:
“Resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7).
Dardo del desánimo
Cuando las cosas no salen como usted esperaba, el enemigo aprovecha para sembrar apatía, cansancio espiritual o abandono.
Se manifiesta en pensamientos como:
- “Para qué orar si nada cambia.”
- “Estoy cansado de luchar.”
- “Mejor me alejo por un tiempo.”
Cómo resistirlo:
Recuerde que Dios honra la perseverancia:
“No nos cansemos, pues, de hacer bien…” (Gálatas 6:9).
Dardo del orgullo espiritual
Este dardo es más peligroso de lo que parece. El enemigo quiere inflar el ego del creyente para hacerlo caer.
Frases sutiles:
- “Tú oras más que los demás.”
- “Eres mejor cristiano que ellos.”
- “Dios te necesita.”
Cómo resistirlo:
Humillándose diariamente ante Dios:
“Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (1 Pedro 5:5).
Dardo de la confusión
En momentos de decisiones importantes o crisis, el enemigo lanza confusión para que usted dude del camino correcto.
Frases comunes:
- “No sabes qué hacer.”
- “Estás solo en esto.”
- “Dios no te va a responder.”
Cómo resistirlo:
Buscando dirección en oración y palabra:
“Dios no es Dios de confusión, sino de paz” (1 Corintios 14:33).
Aprenda a usar el escudo de la fe
Usted no puede evitar que los dardos del enemigo sean lanzados, pero sí puede evitar que le penetren. ¿Cómo? Usando diariamente el escudo de la fe, cubriendo su mente con el yelmo de la salvación, y llenando su corazón con la Palabra de Dios.
No se rinda. No se asuste. Usted no está solo. El Espíritu Santo le guía, le fortalece y le capacita para vencer.
Y recuerde:
“Mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” (1 Juan 4:4)
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